1,691 total views, 18 views today
Ensayo Escrito por Lucia Arguedas
Don Quijote de la Mancha llegó a proclamarse como el personaje literario más odiado y amado,
simultáneamente, por el público; sin embargo, la opinión de las personas no contrarresta su fama
internacional. Ya sea que disfrutáramos sus aventuras o no todos conocemos a este carismático personaje cuya historia es una tragedia enmascarada detrás de un telón de risas. El ingenio que se le atribuye a Cervantes tras crear a este personaje no se debe a sus historias chistosas y desafortunadas del viaje de este caballero, sino al hecho de que creó a un personaje tan complejo, noble y trágico que muchas personas dicen odiar esta novela debido al poco entendimiento que logran adquirir durante su lectura.
A pesar de no ser más que un personaje inventado, Don Quijote encarna perfectamente la nobleza e ingenuidad de querer tener un mundo perfecto, algo que solo un niño inocente es capaz de pensar. Esta novela no solo revolucionó la literatura para siempre, sino también nuestra forma de sentir y actuar, al hacernos reconsiderar nuestras acciones y contagiarnos al menos un poco de su nobleza, transformándonos en niños pequeños que lentamente recuperan su amor e inocencia por el mundo.
Durante la novela nos reímos de las desgracias de Don Quijote, ya que estas parecen tan
desafortunadas que se vuelven cómicas; al darnos estos momentos Cervantes creó la “risa afectiva”, que es la habilidad de reírnos de las desgracias y la tristeza que la vida nos pone enfrente, en lugar de derrumbarnos por completo y permitir que la decepción, junto con el dolor, nos consuman hasta abandonar nuestros sueños y aspiraciones. Esto es algo que Don Quijote jamás permitió, sin importar cuantas veces se viera humillado y fracasado él nunca perdió la fe en sí mismo de perseguir sus ideales, por más irreales e incompatibles que fueran con la realidad. Él ve lo que quiere ver, y su lucha constante representa el conflicto entre lo que aspiramos ser y lo que el mundo realmente nos permite ser.
Sus principios e ideales a pesar de ser heroicos y positivos son lo que lo llevan al fracaso, su final está claro desde el inicio de la novela, una historia de un héroe destrozado por la crueldad de la humanidad. Una sociedad que aísla a los que son diferentes, a los que no lo tienen todo y le da prioridad a la riqueza y al estatus. Pese a que esta historia fue escrita un gran tiempo atrás no existe diferencia entre el pasado y el presente, como humanos evolucionamos en tecnología y apariencia, pero el acto de drenar al mundo de nobleza y bondad no ha cambiado.
Al entrar más profundo en la mente de Don Quijote llegamos al núcleo de su locura tan mal vista
por el mundo, su locura no era más que desesperación por tratar de arreglar todo lo malo que ocurría con el mundo. Su figura es una metáfora de la dualidad humana, Don Quijote es a la vez noble y patético, valiente y ridículo, un soñador y un loco, representa la naturaleza humana en toda su complejidad, donde la búsqueda de una identidad puede ser hermosa y trágica al mismo tiempo. Se convierte en un noble caballero que busca cambiar la humanidad, pero no logra más que verse como un hombre que ha perdido la cordura; este contraste entre su apariencia y su esencia refleja una de las grandes diferencias del ser humano: lo que somos en nuestra esencia más profunda y lo que el mundo nos obliga a ser.
La audiencia es capaz de ver dos versiones de Don quijote completamente distintas y eso nos hace amarlo más, al entender su motivo para continuar su viaje tanto literal, como metafórico, sin embargo; los personajes solo ven sus actos irracionales y no se toman el tiempo para intentar comprender que lo llevó verdaderamente a terminar encarcelado en su propia tragedia. Él es auténtico en su locura, mientras que aquellos que lo rodean son más “racionales”, pero viven en una realidad plana y conformista. En este sentido Don Quijote es una representación de la autenticidad del ser humano, una persona que piensa diferente y actúa diferente, ya sea para bien o para mal, siempre será mal vista por aquellos que temen a lo distinto. Al verlo de esa manera, renunciando a su cordura, Don Quijote se vuelve un marginado al igual que aquellos por los que lucha.
Un tema bastante fuerte en la novela es la libertad y con esto hay una pregunta que debe ser
planteada, ¿es don Quijote un hombre libre a pesar de estar limitado por sus ilusiones? La respuesta es compleja y subjetiva dependiendo de que manera querramos analizarla, de cierta manera don quijote se encuentra atrapado en su mente idealista sumergido profundamente en un estado de negación y esto lo lleva a ir perdiendo la cordura cada vez más, no quiere aceptar que sus sueños eran solo eso: sueños.
Teniendo en cuenta esto, Don Quijote no era completamente libre al mantener su sanidad encarcelada dentro de sí, pero era mil veces mas libre que cualquier otra persona, no solo de la novela sino también de la humanidad; no tuvo miedo a resaltar y perseguir sus ideales, a manifestarse como la persona que siempre había querido ser demostrando que la identidad no está dada, sino que se construye y se redefine a lo largo de la vida. En su mente, es un caballero andante, un héroe noble, y nadie puede arrebatarle esa libertad interna, vive en un mundo creado por su imaginación, lo que lo hace más libre que aquellos que, aunque declaran ser cuerdos están atrapados eternamente en una realidad monótona y atroz.
Por último podemos concentrarnos en el momento definitivo de la novela, el momento en que la
figura de don Quijote parte hacia la muerte momentos después de recuperar su cordura y volver a ser Alonso Quijano. Es un momento devastador, pero es un final justo y necesario para el personaje; su muerte representa el momento en que se rinde, donde acepta que sus ideales no son y nunca serán compatibles con la realidad, por fin se libera de su necesidad de buscar bondad en todas partes, pero sabe que donde quiera que estuvo un pedazo de su buen corazón quedó plasmado. Su personaje es la representación del martirio por los ideales ya que en su lucha por defender lo que creía estaba dispuesto a perderlo todo, incluso su vida. Su sacrificio final fue su muerte, su liberación definitiva de su viaje existencial donde el final representa su comprensión de que sus actos fueron meramente ilusiones creadas por sí mismo. Así, Don Quijote nos enseña que, aunque la realidad pueda aplastar nuestros sueños, la nobleza de espíritu y la búsqueda de la bondad son eternas. En su muerte, encontramos no solo el fin de un hombre, sino la inmortalidad de un ideal que sobrevive en el corazón de quienes, como él, aún se atreven a soñar.